El índice Nikkei japonés vivió este lunes una de sus peores jornadas desde el fatídico año 1987, registrando una caída del 12,4%. Esta debacle ha hecho que el mercado nipón pierda todas las ganancias acumuladas durante el año, generando preocupación no solo en Japón, sino en los mercados globales, especialmente en compañías tecnológicas que han apostado por la inteligencia artificial.
El desplome del Nikkei ha tenido un efecto dominó, contagiando a las bolsas de todo el mundo. Las grandes tecnológicas, actores principales y preocupantes en este escenario, no han sido la excepción.
La alarma de una posible recesión se encendió el pasado viernes cuando el Dow Jones sufrió una caída del 1,84% y el Nasdaq Composite bajó un 2,43%. Estos descensos fueron provocados por un informe de desempleo en Estados Unidos que reveló un aumento inesperado al 4,3%, una tendencia que se percibe peligrosa. Aunque ya se habla de recesión, los expertos afirman que, aunque el riesgo es real, aún no se ha llegado a ese punto.
El “Lunes Negro” no solo afectó a Japón. En España, el índice Ibex 35 perdió un 4,7% en las últimas tres jornadas y sumó otra caída del 2,8%. En Taiwán, la bolsa se desplomó un 8,4%, la mayor caída registrada en su historia. Estos problemas son particularmente severos para las empresas tecnológicas.
En Estados Unidos, el mercado bursátil también se tambaleó. Los futuros del Nasdaq cayeron un 4%, un índice que agrupa acciones de empresas tecnológicas que hasta hace poco eran las más lucrativas. Las valoraciones “pre-market” reflejaban significativas caídas: NVIDIA bajó un 13%, Amazon un 6,5%, Microsoft un 4,5%, Google un 6%, Apple casi un 8% (tras el recorte de la mitad de la participación de Warren Buffett este fin de semana) y Meta un 6,5%.
El impacto en la industria tecnológica ha llevado a algunos analistas a especular sobre la posible explosión de una “burbuja de la IA”. A pesar de la enorme inversión en inteligencia artificial, los analistas argumentan que esta tecnología aún no ha demostrado ser rentable. Las recientes caídas sugieren que los mercados están comenzando a cuestionar la viabilidad a corto plazo de estas inversiones.
Las grandes tecnológicas, sin embargo, defienden su apuesta por la inteligencia artificial como una inversión a largo plazo. La cabeza financiera de Microsoft, Amy Hood, aseguró que sus inversiones en centros de datos contribuirán a la monetización de la IA “en los próximos 15 años y más allá”. De manera similar, su par de Meta, Susan Li, afirmó que el retorno de la inversión en IA generativa se verá en un plazo más largo.
A pesar de estas declaraciones, en Wall Street prevalece la cautela. Gil Luria, analista de D.A. Davidson, expresó en CNN que la inteligencia artificial no está ofreciendo el retorno esperado. Según Luria, “invertir ahora y esperar beneficios en 10 o 15 años es una inversión de riesgo, no de empresa pública”. En el mundo de las empresas públicas, los inversores esperan retornos en plazos mucho más cortos, lo que genera inquietud.
La situación actual refleja un clima de incertidumbre en los mercados globales, donde las inversiones a largo plazo en tecnologías emergentes como la inteligencia artificial son vistas con escepticismo por los inversores que buscan retornos más inmediatos.
