DEADPOOL & WOLVERINE: La victoria de la nostalgia

Deadpool & Wolverine
Foto: Marvel

La primera vez que se enfrentaron fue en 1994, en el número 88 de “Wolverine”, y partir de entonces el bromance entre Logan y el Mercenario Bocazas sería un suceso esporádico pero incierto cada vez acerca de quién se llevaba la victoria. La asombrosa capacidad de regeneración entre ambos mutantes convierte los combates en legendarios baños de sangre, no exentos de rencor y también respeto del uno por el otro. Cierto, el miembro más destacado de los X-Men aparecía casi siempre como defensor de la justicia, mientras que el alter ego de Wade Wilson seguía el llamado del dinero.

En el cine, la batalla inicial se reflejó en el filme de 2009, “X-Men Origins: Wolverine”, aunque en honor a la verdad, la caracterización del mercenario estuvo lejos de su reconocido arquetipo, sin disfraz y la boca sellada, eliminando el rasgo más distintivo del personaje.  Varios factores tuvieron que suceder para hacer posible el segundo encuentro. Primero, la compra de la 21th Century Fox por parte de Disney y, en consecuencia, la absorción de la historia de Deadpool por el multiverso sin límites de la Marvel. Ello posibilitó la resurrección cinematográfica de Logan (a pesar de su final glorioso en el filme de James Mangold en 2017) posible gracias a la Agencia de Variación Temporal.

Es decir, la película estrenada este año bajo la dirección de Shawn Levy podría parecer solo otra extensión del mundo de superhéroes con la cual la compañía del ratón se ha ganado a los amantes de historietas por años. Sin embargo, los verdaderos motivos van mucho más allá.

Desde 1994 los dos personajes se han enfrentado, y en cada combate la victoria resulta incierta debido a las extraordinarias capacidades de ambos.

Todo empezó como una broma entre amigos, porque el Deadpool y el Wolverine de este mundo comparten años de amistad. Ryan Reynolds terminó convenciendo a Hugh Jackman de volver a sacar las garras de adamantium y Disney facilitó el resto. Ni Tim Miller o David Leitch estaban disponibles para otro capítulo del Mercenario Bocazas, así que Shawn Levy asumió el mando, realizador que no ha sido ajeno a mezclar la comedia con universos paralelos aderezado por incontables referencias (“Night at the museum”, “Free guy”).

Es decir, una vez que Reynolds, pivote central de todo el entramado ya que básicamente ha sido el alma de los filmes, logró asegurar la participación del australiano, el resto se remitió a engrasar la maquinaria del próximo espectáculo. Si le sumamos el elemento seguro de la nostalgia y a lo que usualmente recurre la Marvel Studio para granjearse adeptos (cameos, escenas postcréditos, acción. etc.), todo apuntaba a “Deadpool & Wolverine” como una apuesta ganadora. Y realmente lo ha sido. En materia de taquilla ha roto varios récords al conseguir 1.15 billones de dólares a poco más de 20 días de su estreno.

La trama, escrita por el equipo formado por el realizador, el actor principal junto a Rhett Reese y Paul Wernick (guionistas de los filmes anteriores) más Zeb Wells (Robochicken) trató de seguir la misma línea de humor malévolo y peleas sucias. Y en cierta forma, lo logra, pero al espectador avispado no escaparán los detalles que hacen de esta nueva entrega no otro, sino el capítulo definitivo de Deadpool.

Wade Wilson, tras haber sido rechazado en las filas de los Vengadores, vive una existencia tediosa como vendedor de autor, hasta que es contactado por el señor Paradox de la Agencia de Variación Temporal. Para salvar su mundo de la destrucción por haber perdido su anclaje (entiéndase figura esencial que no es otro que Logan), debe buscar otro Wolverine en el resto de los universos disponibles. Más compleja que la trama en si resulta el proceso por el cual el espectador debe haber previamente pasado si quiere comprender cada pieza del gran juego. Es decir, en sí la historia no puede ser más simple, pero para comprender toda referencia habría que tener varias toneladas de historietas leídas, el multiverso de los Vengadores con la trama anexa de Loki, así como lo que aporta la Fox con sus mutantes.

El filme en sí tiene momentos memorables y muy divertidos. Reynolds mantiene el ritmo de chistes grotescos, rompiendo la cuarta pared y lanzando dardos a quien le sirva el sayo, ya sea la misma Fox o a los pertinentes fracasos en los últimos estrenos de la Marvel. Jackman quizás no entregue su mejor versión de Wolverine y se remite a gruñir la mayor parte del tiempo, pero da gusto verlo de vuelta con la inevitable nostalgia que trae consigo. El resto del reparto se remite a cumplir su rol, incluyendo a la adorable Dogpool.

Ciertamente se evidencian los límites que impone Disney acerca de las bromas y los excesos de gore, si bien el correctivo es ligero, ya que censurar los desmanes en una película de Deadpool equivale a cancelarla. Contar con el presupuesto millonario de la compañía del ratón puede que en cierta forma haya mermado la frescura e irreverencia de los filmes anteriores, aunque trata de ocultarlo con elementos que para la mayoría opacan los puntos en contra.

Los efectos especiales y las peleas sí ganan en visibilidad, así como los cameos, algunos ya en la nómina de la Marvel y otras glorias retiradas que vieron su momento de volver a la luz de los proyectores. Por suerte, al menos estuvieron mejor justificados en la historia que los de el “Doctor Strange en el multiverso de la locura”. Los tentáculos de la megacorporación también alcanzaron el Reino Unido, que aportó villanos más consistentes del calibre de Mathew MacFayden como Paradox y Emma Corrin en la piel de la temible gemela de Charles Xavier, Cassandra Nova.

Emma Corrin como Casandra Nova resulta una villana temible pero poco aprovechada debido a su reducido tiempo de pantalla.

Shawn Levy tiene experiencia en entregar propuestas exclusivas para el fanservice. Cada minuto, cada escena está creada con el objetivo de provocar reacciones masivas en teatros repletos. Sí, quizás resulte difícil emular el “Vengadores Unidos” de “Endgame”, pero “Deadpool & Wolverine” es lo que más se ha acercado hasta el momento. Ya muchos llaman el filme como el retorno de Marvel a la cima. Levy al parecer es de los pocos que no olvida la fórmula del éxito, y sin perder el estilo de toda cinta de Deadpool. Aquí, por ejemplo, hasta el momento más solemne puede verse ridiculizado al ritmo popular de AC/DC, Olivia Newton-John, N’Sync (llega también la influencia a las redes sociales con el baile del protagonista como tendencia) y hasta Madonna, en peculiar alianza de su “Like a prayer” con un homenaje a “Oldboy” en la pelea contra la armada de Deadpools.

Mi principal problema con el filme es que centra la mayoría de su metraje en entregar una larga sucesión de memes y cameos en detrimento de la historia. Cassandra Nova pudo ser tan icónica como Thanos, pero no le dieron tiempo suficiente. Las peleas sin fin entre Logan y Wade Wilson, dos seres que se regeneran casi automáticamente, llegan a ser repetitivas. Y, por supuesto, no podía faltar el comodín del multiverso, donde todo vale y nada muere realmente.

Desde el minuto cero en que Deadpool empieza a tararear el tema de Marvel, se activa la maquinaria del fanservice, del cálculo milimétrico para tener a miles de seguidores, como el meme de Leonardo DiCaprio frente a la tele, descubriendo referencias acompañados de la bolsa de palomitas. Este podrá ser el filme más taquillero del protagonista y quizás también el comienzo de su larga caída. Después de todo, no se puede olvidar que esta misma compañía causó el descenso de la malograda saga de Star Wars. En “Spider-Man: No Way Home” se comprobó el poder de la nostalgia para recuperar audiencias. Así que aquello de que, al traerlo de vuelta, Disney tendrá a Logan haciendo acrobacias hasta sus 90, a pesar de presentarse como chiste, quizás no lo sea tanto.

Jackman de vuelta en la piel de Logan garantiza el elemento de la nostalgia que suele ser la clave del éxito en los últimos filmes de la Marvel.

La sátira contra todo y todos refleja cuan bajo están dispuestos a caer con tal de recuperar a sus seguidores. Mofarse de la solemnidad típica en el cine de superhéroes también le funcionó a James Gunn con la Warner Bros. Por tanto, Deadpool quizás sí sea, después de todo, el Jesús de la Marvel, aunque esté bajo su completa merced. Triste resulta que el personaje creado por Fabian Nicieza y Rob Liefeld, como símbolo de la total insolencia y el humor retorcido, termine bajo la sombra de Kevin Feige, recitando explicaciones acerca de universos paralelos o máquinas destripa-tiempos.

Nada de ello importa ahora. Lo esencial es hacer pasar un buen rato al público, demostrar que los chistes mugrientos, las cuchilladas en la ingle y la infinita declaración de amor a la megacorporación (no por gusto escogen a Jon Favreau, el iniciador del MCU, para entrevistar a Wade Wilson) es el presente y será el futuro del cine comercial.

Por suerte, en medio de tantas bromas la verdad nunca pasó desapercibida. “Nada me traerá más rápido de vuelta que una gran bolsa de dinero de la Marvel”, le hace decir Deadpool al esqueleto de Logan. Así que, para los seguidores del multiverso, otra puerta se abre para asegurar que el dinero seguirá corriendo, los muertos puede que regresen y que esta no será, ni de lejos, la última película de superhéroes.

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