💁‍♂️ El algoritmo A*, una fórmula oculta detrás de tus juegos favoritos

Algoritmo A*

Los videojuegos, más allá de sus historias inmersivas y gráficos deslumbrantes, son una maquinaria matemática en movimiento. Cada acción, desde mover una unidad en un juego de estrategia hasta la persecución de un enemigo en un shooter, está respaldada por complejas operaciones. Y entre todos los conceptos matemáticos que sustentan esta industria, uno de los más esenciales es el algoritmo A*.

Un algoritmo es, en esencia, una secuencia de pasos destinados a resolver un problema. En el contexto de los videojuegos, estos algoritmos actúan como recetas que permiten al sistema realizar acciones de forma precisa y eficiente. Todo lo que ocurre en un videojuego —desde los movimientos de personajes hasta las decisiones de inteligencia artificial— se traduce en problemas que la máquina debe resolver en tiempo real.

De entre los diversos algoritmos que se aplican en el desarrollo de videojuegos, uno destaca por su relevancia transversal en múltiples géneros: el algoritmo A*, también conocido como “A estrella”. Este algoritmo, especializado en encontrar rutas óptimas, ha sido clave para que personajes y NPC (personajes no controlados por los jugadores) se desplacen de manera eficiente en títulos como Age of Empires II, Counter-Strike y The Sims.

¿Qué hace tan especial al algoritmo A*?

Algoritmo de Dijkstra (izquierda) y A* (derecha). Fuente: https://qiao.github.io/PathFinding.js/visual/
Algoritmo de Dijkstra (izquierda) y A* (derecha). Fuente: https://qiao.github.io/PathFinding.js/visual/

A* pertenece a una categoría conocida como Algoritmos de Búsqueda de Ruta o PFA (Path Finding Algorithms), que descomponen los espacios del videojuego en cuadrículas para calcular la ruta más rápida hacia un destino evitando obstáculos. Su diseño es una evolución del trabajo del matemático Edsger W. Dijkstra, quien en 1956 creó un algoritmo para encontrar caminos más cortos en gráficos. Sin embargo, Dijkstra no era lo suficientemente eficiente para los videojuegos modernos.

El avance del algoritmo A* radica en su capacidad para optimizar los cálculos. Mientras que el método de Dijkstra exploraba todos los caminos posibles de manera exhaustiva, A* mejora este proceso añadiendo un factor crucial: la estimación de la distancia más corta en línea recta hacia el destino antes de continuar. Esta técnica permite al sistema reducir significativamente la cantidad de operaciones necesarias, agilizando la toma de decisiones.

Para entender esta diferencia, según explican en 3D Juegos, imaginemos un personaje dentro de un juego de estrategia. Si aplicáramos el método de Dijkstra, la máquina realizaría 953 cálculos antes de encontrar el camino óptimo. Con A*, el mismo objetivo se logra con solo 108 operaciones. Este ahorro computacional es esencial para evitar que la experiencia del jugador se vuelva lenta o torpe, sobre todo en títulos antiguos con recursos limitados.

Los videojuegos de estrategia, como Age of Empires II, han hecho uso intensivo del A* para mover ejércitos enteros a lo largo del mapa. Sin embargo, los desafíos no son menores. Tal como señalan los investigadores Xiao Cui y Hao Shi en un artículo publicado en 2010, estos títulos enfrentan problemas específicos con la implementación del A*, ya que manejar grandes cantidades de unidades puede generar situaciones inesperadas, como personajes atrapados en zonas inaccesibles. Un ejemplo icónico es el frustrante caso de los monjes de Age of Empires II, que a menudo se quedan atorados en el bosque sin poder avanzar.

Por otro lado, en shooters en primera persona como Counter-Strike, el A* demuestra ser más eficiente. Según los mismos investigadores, al tratarse de juegos donde pocas unidades se desplazan simultáneamente, el entorno es más controlado, lo que facilita la creación de rutas óptimas. El reto surge cuando un algoritmo debe calcular múltiples rutas en tiempo real para cientos de unidades, lo que puede ralentizar la partida si no se gestiona correctamente.

Nuevas fronteras: El algoritmo A* aplicado a NPC y experiencias más realistas

Con la evolución de los videojuegos hacia mundos más abiertos y dinámicos, los desarrolladores se enfrentan a desafíos adicionales. Un estudio reciente de Daohong Liu, publicado en 2023, explora cómo se aplica el algoritmo A* a los NPC en juegos complejos. Según Liu, el objetivo ya no es solo encontrar la ruta más rápida, sino garantizar que los movimientos de los personajes no controlados sean naturales y convincentes, evitando que estos se comporten como autómatas.

Esto implica que, en algunas ocasiones, el algoritmo debe priorizar la velocidad y la verosimilitud sobre la precisión matemática. En un mundo virtual donde la inmersión es clave, un personaje que se mueve de manera errática o robótica puede romper la ilusión para el jugador. Por eso, el A* se ajusta constantemente para encontrar un equilibrio entre eficiencia y realismo.

Aunque el A* ha demostrado ser una herramienta fundamental en el desarrollo de videojuegos, las ciencias de la computación no se detienen. Al igual que algoritmo A* desplazó a métodos anteriores como el de Dijkstra, otros están en desarrollo, buscando mejorar aún más la velocidad y precisión en juegos cada vez más exigentes. Sin embargo, incluso mientras surgen nuevas soluciones, el A* sigue siendo una pieza central en muchos títulos actuales, demostrando que su eficiencia y simplicidad lo convierten en un aliado insustituible.

La próxima vez que muevas una unidad en Age of Empires II o esquives un enemigo en Counter-Strike, sabrás que, detrás de cada movimiento, se esconden cientos de cálculos realizados en fracciones de segundo. Gracias a algoritmos como A*, los videojuegos no solo entretienen, sino que también demuestran cómo las matemáticas y la programación se entrelazan para crear experiencias interactivas sorprendentes.

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