🤔 ¿Windows 11 para todos?

Windows 11

Microsoft ha comenzado a permitir la actualización gratuita a Windows 11 en ordenadores con Windows 10 que, hasta ahora, no cumplían con los requisitos oficiales. Este cambio se produce en la recta final del soporte técnico para Windows 10, que culmina el 14 de octubre. A partir de esa fecha, solo los usuarios inscritos en el programa ESU podrán extender el soporte durante un año adicional.

La comunidad tecnológica ha reaccionado con sorpresa ante esta situación. Un usuario en California, que recientemente presentó una denuncia contra Microsoft, señaló que no todos los equipos pueden realizar la actualización. Sin embargo, algo parece haber cambiado. Aunque la empresa no ha emitido ningún comunicado oficial, algunos ordenadores no compatibles han comenzado a recibir la notificación para instalar Windows 11.

El requisito más restrictivo hasta ahora ha sido la activación del chip TPM 2.0. Este componente de seguridad ha sido considerado esencial por Microsoft para garantizar la protección del sistema operativo. Sin embargo, según el blog especializado BornCity, varios usuarios han recibido la opción de actualizar sin tener TPM 2.0 activado. Esta situación afecta tanto a equipos personales como a aquellos con licencias comerciales.

La incertidumbre crece entre los usuarios. No se ha confirmado si este cambio responde a una estrategia deliberada de Microsoft para aumentar la adopción de Windows 11 o si se trata de un error técnico. Tampoco se sabe si la actualización se está desplegando de forma generalizada o en fases, como ha ocurrido en ocasiones anteriores.

Los requisitos oficiales de instalación de Windows 11, según refleja este 19 de agosto la web de Microsoft, siguen exigiendo la activación de TPM 2.0. Por eso, resulta desconcertante que algunos equipos puedan actualizar sin cumplir esta condición. Algunos expertos consideran que podría tratarse de una excepción puntual, aunque no existe consenso sobre el alcance del fenómeno.

El chip TPM 2.0 cumple funciones criptográficas que refuerzan la seguridad del sistema. Microsoft ha defendido su uso como garantía para proteger datos sensibles y evitar vulnerabilidades. Sin este componente, varias funciones clave pierden eficacia.

Windows Hello, por ejemplo, deja de proteger las claves biométricas mediante hardware y las expone a ataques de software. BitLocker reduce su nivel de seguridad al almacenar las claves de cifrado sin vinculación al hardware. Secure Boot no puede verificar la integridad del firmware y el sistema operativo, lo que incrementa el riesgo de ataques con rootkits. Credential Guard, en entornos corporativos, pierde capacidad de aislamiento de credenciales.

Ante estas limitaciones, muchos usuarios se preguntan si el riesgo es tan elevado como se ha planteado. También surge la duda de si Microsoft podría flexibilizar sus exigencias para facilitar la migración masiva a Windows 11. Las próximas semanas podrían ser decisivas para comprender mejor esta situación, especialmente si la empresa decide pronunciarse.

 

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