❤️ Juan Padrón: Yo sé que muchos quieren ver más cosas de Elpidio Valdés

Personaje Xip Zerep. Foto: Archivo.

Por María del Carmen Ramón

Elpidio Valdés está en el imaginario de los cubanos. Basta preguntar en las calles quién recuerda algún fragmento de los cerca de 18 animados que varias generaciones hemos visto por televisión, y enseguida muchos repiten frases como “Qué País”, “Yo le garantizo a usted mi general, que en la próxima aventura lo haremos…” o “Eso habría que verlo compay”.

¿Es posible que veamos nuevas versiones de Elpidio Valdés en las pantallas de la televisión o los cines cubanos? Cubadebate conversó con el Premio Nacional de Cine Juan Padrón, creador del conocido personaje, para conocer sobre sus nuevos proyectos, así como sus criterios sobre cómo visibilizar más Elpidio y otras producciones de animados en Cuba.

—Próximamente el público cubano podrá ver en los cines Xip Zerep, una nueva película suya que tiene la peculiaridad de haber nacido en 1967 ¿Cómo surgió la idea y por qué se rescata ahora?

—Es “Xip Zerep” porque es Pérez.  Es una idea que yo tuve en el año 67 y la presenté en el ICAIC  como guión para un personaje que tenía Tulio Raggi, que se llamaba el capitán Tareco, era “El capitán Tareco contra los vampiros lácteos”, pero no lo aprobó Santiago Álvarez, quien era el asesor de dibujos animados en aquella época. El día que me dieron el Premio  Nacional de Cine les conté a los jóvenes que empecé mandando guiones y haciendo dibujos para el ICAIC, pero que estos nunca lograban entrar. Ahí les hablé de los vampiros  lácteos y me dijeron “vamos a hacerla”. Así surgió la idea de la película.

En aquel momento nunca se llegó a hacer nada e, incluso, el guión se perdió. Lo que yo hice ahora fue recordar de memoria de qué iba y agregarle cosas nuevas. Es una idea de cuando yo tenía 20 años, es decir, han pasado 50 años. Hicimos la película con Ernesto Piña como director asistente. Todos los animadores, los que hicieron los efectos especiales, se esmeraron para que quedara lo mejor posible, y a mí me gusta mucho el resultado. Incluso usamos las voces de Frank González, Irela Bravo, y de otras actrices y actores que yo siempre uso en mis películas. Yo hice algunas voces también para divertirme (entre ellas de policías) y me parece que ha quedado simpática.

— ¿Cuál es el argumento de la película?

—Los vampiros lácteos empiezan a asaltar la fábrica de yogurt y helado Coppelia. Se roban la leche de los niños en el círculo infantil, pero ellos quieren una leche que se pueda masticar, que no sea como la sangre, algo para comer. Xip Zerep los convence de que lo mejor es el queso, y si sigo te cuento el final de la película.

Xip Zerep se presenta  como un personaje del siglo XX que lo clonan para resolver situaciones. Clonan tres, pero dos fallan y queda Xip Zerep. Es toda una cosa absurda, no tiene nada que ver con ninguna historia cubana.

— ¿Toma algo Zip Xerep de experiencias previas como Elpidio Valdés o Vampiros en La Habana?  ¿Nos daremos cuenta de que estamos en presencia de una película de Juan Padrón cuando la veamos?

—Yo creo que por el humor y los diálogos simpáticos, pero no hay nada de Elpidio Valdés, no recuerda a otras películas. Está hecha con animación digital en 2D y la gente podrá ver La Habana en el 3247.

Foto cortesía del autor.

— Diversas generaciones de cubanos hemos crecido con Elpidio Valdés, y todavía incluso recordamos fragmentos de diálogos. Muchos nos preguntamos si va a regresar Elpidio en nuevos  dibujos animados, libros, películas ¿Es solo un sueño que usted tiene, o hay alguna posibilidad de que Elpidio Valdés vuelva?

—Yo quiero volver a hacer películas de Elpidio Valdés. Tengo incluso las ideas. A Elpidio Valdés yo lo dejé  de dibujar porque ya casi lo estaba haciendo por metas. Este año son 3 ó 4,  lo hacía como un propósito y no porque saliera un buen guión y tuviera el deseo de hacerlo. Incluso se lo di a otros directores para que lo hicieran. Después en Zunzún se dejó de publicar por el Periodo Especial, y tuve un tiempo que ya no dibujé más, tenía que romper la inercia.  Cambiaban el tamaño de la revista, dibujaba en un tamaño y había que imprimir en otro…  Y lo dejé de hacer. Dije que no iba a dibujar más a Elpidio hasta que no tuviera deseos de hacerlo.

Después de eso hice una novela que se llama “Elpidio Valdés contra bala y cañón”, basada en la película,  y “Cómo me hice Pepito el corneta”, otra novela de aventuras. Ahora terminé una que se llama “Pepito prisionero de los rayadillos”, que son novelas de aventuras, no películas. También quiero retomar la época de las historietas de Elpidio, no hacer una historieta de dos páginas, sino de cuarenta y sesenta, y volver a hacer la serie nueva. Pero he estado mal de salud durante estos años y no he tenido la energía para acometer este trabajo. Necesito a personas que me ayuden, recursos para hacer los personajes de una sola vez en 3D y que ya queden para siempre, porque una de las cosas que no me motivaba era que los dibujantes deforman  el dibujo de Elpidio. A algunos les queda bien, pero a otros no.

También me ha desmotivado que en 45 años que cumplió el año pasado prácticamente no se ha hecho nada de merchandising de Elpidio Valdés, a pesar de que a todo el mundo le gusta. Incluso hablé con gente que fabrica aquí y me han dicho que no les interesa porque les da igual, compran los productos en el extranjero ya hechos, y no se complican con cambiar a Mickey Mouse por Elpidio. No hay esa preocupación.

Yo veo que a la gente le gusta, pero no puedo hacer nada por aumentar la cantidad del Elpidio, aunque yo estoy seguro de que si yo presento los guiones me van a decir que sí, que lo vamos a hacer. Ahora estoy terminando “El Libro del Mambí”, una nueva versión mas ampliada con nuevas ilustraciones a color, y que va a ser un nuevo aporte a lo patriótico militar. Cuando termine eso le meteré mano a Elpidio

El dibujo animado hay que hacerlo en equipo, pero yo quisiera un equipo de gente que le interesara hacer Elpidio Valdés, no solamente hacerlo por hacerlo, sino vincularse al proceso de creación, y eso no es fácil.

— ¿Sería Elpidio Valdés en la misma época o su imaginación llega incluso a imaginar Elpidio Valdés en los tiempos actuales?

—Elpidio Valdés es del siglo XIX, si lo sacamos de ahí ya no es Elpidio Valdés, es un muñequito más, la fuerza que tiene es porque no se sale de su universo. En la película “Más se perdió en Cuba” llega a los años 30 con 60 años, y para la gente eso fue una cosa que rechazaron: que Elpidio fuera un viejo, que el hijo fuera un adulto.

El público le tiene cariño al personaje, tiene que ser como ellos lo quieren. Yo lo puse más viejo, y a la gente no le gustó. Hay que hacer el diseño con el que ellos quieren al Elpidio y preparar la serie para que la puedan seguir otros. Si yo me muero ¿quién lo va a hacer? Si está todo hecho, cómo se mueven, quiénes actúan, cómo son los tiros, los uniformes, si hay todo un protocolo de cómo es la cosa, otros podrán seguirlo.

— ¿Usted cree que pueda haber Elpidio Valdés para rato?

—Quisiera que durara para más tiempo, pero la vida es la que manda.  La vida dice sí o no. Uno quiere que el personaje viva más que uno.  A lo mejor Elpidio es un personaje del siglo XX y se referirán así a él; pero yo sé que a mucha gente todavía le gusta verlo y quieren más cosas de Elpidio.

—Hace un tiempo leí que se hablaba de la posibilidad de llevar a Elpidio Valdés a una película de aventuras actuada con actores, ¿esto sigue siendo una idea?

—Sigue siendo una idea, pero no hemos recibido propuestas de financiamiento, y entonces  tú no vas a hacer un guión y empezar a hacer cosas para un proyecto para el cual no hay recursos. La idea que nosotros tenemos es  hacer una película de aventuras cómica. No una comedia, más bien esas cosas que se han visto como Asterix, que es el personaje de historieta llevado al vivo.

— ¿Han pensado en posibles directores, actores que quieran involucrar? Sería todo un reto para ustedes encontrar un actor que pueda representar a Elpidio Valdés.

—Se hace un casting y se escoge, tendría que ser un actor joven, y se caracteriza como lo más parecido a los personajes de la historieta, pero eso es un trabajo que viene después que está el guion completo, a esa parte aún no hemos llegado. Hemos pensado parte del guion, pero no hemos escrito nada.

Ahora con el sistema digital, con 20 actores vestidos de españoles con los uniformes  tú puedes hacer mil. Puedes hacer que Palmiche que es un caballo actúe, puedes hacer fortines, incendios… de todo digitalmente.  Yo no le tengo miedo a hacer una aventura con todos los hierros.

—Elpidio Valdés es un héroe cubano, pero no vuela, no tiene poderes especiales, rompe con el arquetipo de superhéroe, y muestra de alguna manera que un buen guion, un personaje bien pensado es más importante que la tecnología que está detrás de otros proyectos. En momentos actuales en los que se producen películas animadas de todo tipo, ¿qué desafío  tiene la animación digital cubana? ¿Cómo crear personajes que se conviertan en héroes cubanos de este tiempo?  ¿Repetir un fenómeno como el que se dio con Elpidio Valdés es tan difícil que ocurra?

—La gente piensa que crear  personajes es como una tarea, el personaje sale, tú puedes pensar cuántos personajes tienen las historias cubanas, cuántos personajes que se hicieron y ya no te acuerdas de ellos. Porque los personajes agarran al público y se hacen populares, pero tú no lo haces como meta, es la gente la que lo adopta o no. Tú no puedes hacer nada contra eso. No puedes decir “este personaje es el que va a representar a la gente”. Les gusta o no les gusta. Yo nunca me imaginé que Elpidio Valdés fuera a prender así dentro de los niños e incluso los adultos.

— ¿Cómo se logra eso?

—No sé, yo lo hice con todo mi respeto al público, entreteniéndolos, dándole cosas interesantes, haciéndolos reír, y tratando de que fuera de la mejor calidad posible. Nada de facilismos, busqué, estudié cómo eran los españoles, me leí cientos de libros de la guerra  de independencia. Martí decía que uno escribe de lo que sabe  y de eso yo sabía y podía. Pero tú no puedes hacer un personaje de La Habana colonial en 1700 si no sabes de aquella época, cómo eran las tazas de café,  si había vasos de cristal o de vidrio, cómo era el agua. Tienes que conocer a ese mundo para hablar con propiedad.

—¿Qué más se podría hacer para llevar más cerca de los cubanos la obra de nuestros animadores?

—Yo pienso que  sale con la cantidad. Si tuviéramos cantidad de historietas, y no se tiraran como si fuera un subproducto, hablo de una editorial de historietas cubanas… de la cantidad saldría la calidad. Nacerían tremendas historietas y personajes, porque hay una maquinaria produciendo y la gente está trabajando para eso.

Cuando empezamos los dibujos animados estaba el Capitán Tareco y otros personajes. Había muchos animados y de esa cantidad salió la calidad, hubo un momento de los años 80 en que el animado cubano tuvo una calidad internacional, por así decirlo. Se podía ver en cualquier lado, eso es el resultado de hacer y hacer.

Yo pienso que lo que más se parece al dibujo animado es la historieta. Si se estimula van a salir guionistas y dibujantes para la historia. Una de las cosas que yo veo  en una parte de los realizadores de dibujos animados, no todos, es que algunos no se quieren superar, no quieren estudiar, y lo que hacen es copiar. Cuando hacen sus películas se están refiriendo a otras que ellos vieron, al manga, a películas que les gustaron, y entonces estamos viendo lo mismo, es un deja vu que viste en una película japonesa. Cuando ves una película de Martí con un diseño a lo Disney, pues parece una película de Disney. Una cosa que caracterizaba al dibujo animado de los 80 era que tenía un estilo, una escuela, un colorido, un  sonido, que no era manga ni era Disney, era de Cuba, era de lo que nosotros hacíamos aquí, no tenía la influencia de otras maneras de hacer. Por eso la gente se acuerda del dibujo de aquella época. Estamos desapareciendo los que lo hacíamos, estamos viejos, y tampoco hay una escuela de animación. Aunque hemos tratado de hacerla no lo hemos logrado.

Por otra parte, las relaciones de producción no son iguales, antes presentábamos el guión y teníamos el presupuesto, ahora hay que buscarlo, es una relación de otro tipo. Aunque yo como hago animación cada dos o tres años he perdido el toque de cómo es la cosa. Con los animadores de ahora trabajo solo cuando tengo un proyecto.

— ¿Qué posibilidades tiene la animación cubana en un futuro?

—Una cosa es lo que uno desea y otra lo que es.  A mí me gustaría que la animación cubana siguiera haciendo cosas para Cuba, no para el mercado. Porque ya se volvería una fábrica de hacer cosas para gustarle al mercado internacional,  y no sobre los problemas y las cosas que se ven aquí.

Igual que cuando hacíamos historietas en la revista Pionero, siempre teníamos presente que estábamos trabajando para los pioneros y cuáles eran los problemas que teníamos que trabajar con ellos. Eso se perdió también en los años 90. En el Período Especial se rompieron puentes y alambres que unían cosas. Fue una cosa tremenda la crisis económica que hubo, pero  así me gustaría que fuera el dibujo animado.

Hay que gastar dinero para que la gente tenga en vez de Súper Man y en vez de Mickey Mouse a Chuncha, y tenga en vez de la bandera cubana la americana.

— ¿Por qué es tan complicado algo en apariencia tan sencillo?

En Cuba se necesita de una industria unida al desarrollo de animados cubanos. Foto: Fondo Cubano de Bienes Culturales.

—Porque no lo ven como una lucha ideológica. Son muñequitos, sin embargo, marcan a los niños desde que nacen.

— ¿Qué relación usted ve entre los muñequitos, el dibujo animado, la historieta y lo que uno trasmite ideológicamente? Parecería para algunos que son simples animados, pero están los análisis de “Cómo leer el pato Donald”… ¿Cómo se podría explotar más esa relación en Cuba?

—Eso es muy difícil y complicado, porque si tú dices los prohíbo es peor, tienes que asimilarlos, pero mezclarlos con lo tuyo. Si nosotros no tenemos las mochilas, los objetos que los padres les compran a los niños, ¿cómo vamos a competir con eso? Si nosotros mismos les estamos comprando lo que no queremos para nuestros niños. Si nosotros no gastamos dinero en eso de promover nuestra industria, si no ponemos las películas cubanas en la televisión porque hay que pagar derechos de autor. Prefieren comprar un caballito de Walt Disney para que los niños jueguen que uno de Elpidio Valdés, porque el otro que ya viene hecho de Disney por los mismos chinos. Entonces, hasta que eso no sea conciencia y los que toman decisiones lo valoren estaremos inconformes.

¿Por qué la gente tiene a los niños con Mickey Mouse, y las piñatas? porque esas son las que venden aquí, las que hay. ¿Por qué no ponen más muñequitos cubanos en televisión? Porque hay que pagar derecho de autor y la televisión no quiere pagar, prefiere poner Walt Disney. Y nadie se ocupa de eso, nadie lo regula.

Aquí se han producidos alrededor de 600 animados, ¿dónde están? Se pierden,  se rompen los negativos. Antes se ponían en los cines y había que esperar dos años para que estuvieran en televisión, pero ahora que hay que pagar derecho de autor. De Elpidio Valdés se pueden ver 18 porque los demás se perdieron los negativos. El único país que tiene personajes de historieta fuerte en América Latina es Cuba y Brasil, los demás no tienen, Perú tiene uno o dos, y sin embargo no le damos importancia.

Primero lo de nosotros y después lo demás. Yo estoy porque la gente vea la hurraca parlanchina, Mickey Mouse, el Oso Yogui, pero que los nuestros estén en competencia, que haya pulóveres de Elpidio Valdés y de los nuestros. No estoy pidiendo que los quiten, estoy pidiendo que los nuestros tengan visibilidad también. Tú no puedes tenerle amor a Elpidio Valdés viéndolo en televisión una vez. Con Mafalda, que es un fenómeno de América Latina, Quino tiene una empresa que se dedica hasta a hacer e perfumes de todos los personajes, lápices, portalápices, mochilas, reglas, toda esa industria la maneja Quino con su personaje, y se vende. Y Mafalda tiene visibilidad en Europa, América Latina y en la parte francesa de Canadá.

— ¿Qué está haciendo ahora?

—Estoy ayudando a Paul Chaviano con las historias del taller en stop motion, “El Libro del Mambí” y haciendo la novela “Pepito prisionero de los rayadillos”, que ya la terminé y quiero ilustrarla,  y estoy preparando un guión de animados con Tapop, el hombre prehistórico. Por el momento todo en papel.

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