Imagine que un día le aseguran un futuro brillante y libre de costo para sus hijos. Por lo tanto, deja a estos en la custodia de aquellos que le prometieron la luna. Hasta que regresa y no hay rastro de ninguno. De pronto, la angustia del futuro se ha visto permanentemente relegada por el terror del presente. Con dicha secuencia inicia “El sonido de la libertad”, largometraje sobre el tráfico infantil y que debido a la gran polémica que le acompaña, solo pudo ser estrenado 5 años después de su filmación.
La película se basa en la vida de Tim Ballard, el antiguo agente de Seguridad Nacional que abandonó su carrera para emprender una cruzada personal contra el tráfico de niños. Bajo la dirección del mexicano Alejandro Gómez Monteverde (“Bella”, “Tubelight”) cuenta con el rol principal de Jim Caviezel (“La pasión de Cristo”) en la piel del devenido justiciero. El actor eternamente recordado por su martirizada personificación de Jesús de Nazareth, resultó la elección obvia para dicho proyecto, acunado por fundaciones religiosas y otros movimientos de fe.
Ballard creó para combatir el crimen su organización sin fines de lucro “Ferrocarril Subterráneo” y pasó de la pasiva posición de acechar pedófilos a rescatar infantes caídos en la red criminal. Su decisión fue respaldada tanto por su familia como por la comunidad de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de la cual se confiesa activo practicante. De ahí que escogiera a Caviezel para representarlo, pues el actor ha personificado o prestado la voz del Mesías en varios proyectos y documentales, así como se erige ferviente portavoz de la cristiandad. El reparto no tiene menciones significativas, excepto el vigorizante Vampiro encarnado por Bill Camp. Mira Sorvino como la esposa de Ballard solo interviene lo suficiente para sumar este filme a su ya notoria participación en proyectos sobre el tráfico humano.
El filme refleja la transición laboral y personal de Ballard. Una vez que comprende que debe abandonar las trabas burocráticas para infiltrarse personalmente en el núcleo de la criminalidad colombiana, la historia gana en dinámica, pero pierde en verosimilitud y se acerca en ocasiones a las típicas películas de rescate tan caras a los espectadores del sábado en la noche. Debido quizás al poco tiempo otorgado a los detalles esenciales como el cambio en la mente del protagonista, resulta poco creíble el engaño sufrido por el primer pedófilo que le permite tirar del hilo de la red, o la incursión estilo Rambo en el corazón de la selva para encontrar una niña.
Es evidente que el filme se toma ciertas libertades, pero solo notadas por el ojo de aquel que decidió hurgar un poco más en la verdadera historia: Ballard admitió que nunca mató a nadie ni actuó como justiciero. Para ser justos, la película no es la primera ni será la última de su género en extrapolar los hechos. Pero se pierde a lo largo del camino en el objetivo de explorar el universo interno de los personajes y termina tomando el mismo cauce que la torna predecible: villanos tontos y sin matices, frases pomposas y cierta capa sospechosamente publicitaria que impregna todo.
El proyecto de Alejandro Monteverde estuvo desde el principio acunado por el movimiento QAnon, organización de ultraderecha que basa su existencia en teorías conspirativas y que cuenta con el apoyo de Donald Trump. La más popular entre ellas establece que el Partido Demócrata mantiene el poder mediante ritos satánicos y controla una extensa red mundial de tráfico de menores. De más está decir que tanto Ballard como Caviezel se cuentan entre sus simpatizantes, y que se hizo eco inmediatamente del éxito de taquilla del filme (de su modesto presupuesto de $14 millones ha logrado recaudar casi $220 millones). A ello se suma la intensa campaña publicitaria en relación con su estreno que incluye intentos por sabotear la proyección por parte de los principales cines en Estados Unidos.
Parte de la controversia que acompaña este largometraje se debe al tiempo que le tomó ver la luz tras su filmación. Se completó en el 2018 bajo el auspicio de la 20th Century Fox, pero al ser esta comprada por Disney, simplemente se archivó el proyecto, con gigantes como Amazon o Netflix rechazando estrenarla por temor a posibles pérdidas. Solo gracias a la iniciativa del productor mexicano Eduardo Verástegui y Angel Studios (compañía con fines de introducir más contenido de origen cristiano en el consumo audiovisual de su público y que utiliza la financiación colectiva), la película pudo finalmente llegar a los cines. Hasta el presente, su principal línea de distribución ha sido de forma independiente, promocionando entre los espectadores con más recursos el aporte mediante el pago de entradas para aquellos no tan favorecidos.
Toda esta aura de respaldo y controversia generada por QAnon y las organizaciones religiosas que apoyan el filme, en ocasiones obnubilan el principal objetivo: denunciar el crecimiento mundial del tráfico de menores. Cierto, de ello se trataba la película. “El sonido de la libertad” no se especializa en aportar contenido extra a lo ya conocido sobre el tema, pero al menos con exponerlo, se gana la valentía de proyectar lo que Hollywood ha evitado por años. También cierto. Simplemente póngase a buscar ejemplos audiovisuales sobre el tema y encontrará a otros países con más filmes sobre este horror que en la meca del cine mundial.
Los datos finales aportados antes de los créditos no pecan de exageración: el tráfico de personas se considera la rama más rápida de crecimiento en la red criminal del presente. Con millones de personas atrapadas en la esclavitud sexual, la película se acerca lo suficiente para describir la pesadilla que viven y a la vez confirmar el terror de muchos padres y otros que no lo son, pero no pueden permanecer indiferentes a esto. Lo que no alcanza a exponer el filme de Monteverde, es que muchas veces el tráfico comienza sin trasponer el umbral del hogar. Los mismos familiares o amigos actúan como vendedor y en ocasiones la víctima se resiste al rescate: ello significaría separarlo de sus seres queridos y el ambiente que conoce. No se acerca a joyas del género como “Lilya 4-Ever” o “The day my god died”, pero “El sonido de la libertad” merece los méritos de hablar sobre lo que nadie quiere y precisamente al interior del mayor consumidor de tráfico infantil en el mundo. Varios críticos incluso han acusado a los realizadores de exagerar la situación, pero lo cierto es que, desgraciadamente, la realidad se acerca bastante.
Lo criticable, sin insistir más en los (des) méritos puramente cinematográficos, es que nos muestran una historia a la que intentan relacionar con otros elementos que opacan el mensaje. ¿Es que acaso no era suficiente con mostrar los progresos de Ballard al final? ¿Por qué tiene que salir Jim Caviezel en los postcréditos pidiendo que se propague la palabra para que otras personas puedan ver el filme? ¿Cómo ayuda a parar la red mundial de tráfico infantil extender el número de contribuyentes a un filme y no a las organizaciones sociales que lidian directamente con ello?
“El sonido de la libertad” pudo haber sido un ejemplo soberbio para canalizar la atención, pero se valió de facilismos sin aportar novedad a un tema que lo reclamaba. No dudo de las buenas intenciones de los realizadores, aunque solo ello no resulta suficiente para convertir en memorable un filme. Por un lado, QAnon y Angel Studios han ganado adeptos y contribuciones sin cesar de alertar sobre la mordaza impuesta por Hollywood respecto a la película de Monteverde. La prensa norteamericana, por otra parte, ha fustigado el largometraje y tratado de cubrir los aportes de Ballard con las nuevas acusaciones sobre conducta sexual inapropiada que varias mujeres de su organización han lanzado contra él. Vamos, que la figura que Caviezel interpreta no es un santo, pero sí ha rescatado cientos de niños del tráfico humano.
Siguen las querellas políticas, teorías conspiratorias, sabotajes de las proyecciones, rechazo de la crítica y peticiones para aumentar el número de visualizaciones. El espectador promedio que busca una obra maestra para justificar tantos fuegos artificiales, puede que se decepcione, pero nunca debe perder la perspectiva de por quiénes se lucha. Y es que en este eterno combate que rodea a “El sonido de la libertad”, nadie es inocente, excepto los que, mientras usted lee estas líneas, siguen siendo vendidos al mejor postor.
🎬 Título: Sound of Freedom
⭐️ Calificación: 6.6/10 (1904 votos)
📅 Año: 2023
⏳ Duración: 131 min.
🗺 País: Estados Unidos
👤 Dirección: Alejandro Monteverde
✍️ Guion: Rod Barr, Alejandro Monteverde
🎵 Música: Javier Navarrete
📷 Fotografía: Gorka Gómez Andreu
👥 Reparto: Jim Caviezel, Bill Camp, Mira Sorvino, Kurt Fuller, Scott Haze, José Zúñiga, Eduardo Verastegui, Javier Godino, Gustavo Sánchez Parra, Cristal Aparicio, Manny Perez, Gary Basaraba, Gerardo Taracena
🏢 Productora: Santa Fé Films
🔰 Género: Thriller, Drama
Muy bueno el artículo tengo el film entre los pendientes.
El artículo de la periodista Mailen se suma a los tantos periodistas que más que un análisis de la filmografia denigran un tanto la idea del productor. Esta es una película de las mejores transmitidas este 2023 porque encierra la gran verdad del tráfico de niños. El hecho de ser basada en una historia real le da mayor esplendor. Felicito los productores Caboverde y Verastegui por la valentía que tuvieron al exponer esta realidad al mundo poniendo su propia vida en riesgo por la mafia tan grande que hay detrás del robo de niños. A Jim Caviezel lo felicito porque fue el único actor que logró aceptar el papel cuando más de 20 entrevistados no se quisieron arriesgar, pero Caviezel aceptó porque se sintió identificado con la causa de denunciar la maldad de los que raptan a menores y porque una de sus hijas adoptivas pasó por algo similar. Este filme merece más aplausos y alabanzas que críticas sin bases.