⚔️ Berserk, más allá del Eclipse

Entonces se hizo la luz después del Eclipse. Un sol moribundo asomó en nuestras pantallas —como narra al comienzo el primer capítulo— y por fin asistimos a la continuación de Berserk.

Suena post-apocalíptico, ¿verdad? Pues no se asombren. Aunque el ascenso y la caída de la Banda del Halcón los pudimos ver de nuevo en la trilogía de filmes sobre la Edad Dorada, estrenada entre 2012 y 2014, prácticamente era un reclamo universal que un estudio retomara la historia allí donde la dejó la serie original hace casi dos décadas. Razón por la cual muchos recibimos su segunda temporada con la ilusión del niño que abre un regalo de cumpleaños.

En más de un espectador, sin embargo, esta nueva adaptación del manga de Kentaro Miura viene despertando sensaciones encontradas, pues no a todo el mundo complace cómo quedó plasmada. Las quejas llueven mayormente sobre la animación.

Y no los voy a engañar: a ratos el CGI (Imagen generada por computadora) exhibe una tosquedad calamitosa, pese a que casi todo lo demás, desde la ambientación hasta las voces de los seiyus, resulta acertadísimo.

Quizá en ello incidió que los estudios GEMBA y Millepensee no son los más reconocidos dentro de la industria (aunque la tercera pata del proyecto, Liden Films, participó en una serie tan encomiable como Arslan Senki).

O tal vez, como reconoció el productor Reo Kurosu, el equipo de animación quiso probar “algo nuevo” dentro de la hibridación entre 2D y 3D buscando gritar ¡Eureka!.

El resultado, en cualquier caso, acabó siendo algo como esto:

O esto:

Y la cosa va a peor cuando las escenas tienen movimiento o los diálogos se pueblan de rostros hieráticos. De modo, muchachos, que me da pena decirlo, pero lo siento: por mucho efecto de hatching que hayan metido para simular una sombra hecha con bolígrafo y acercarse al dibujo de la obra original, el experimento les salió foul a las mallas. Y es lógico el disgusto de los espectadores.

Pero oigan, esto es Berserk y es… ¡un clásico! Así que mejor no nos pongamos majaderos, no sea que en Japón cancelen la serie y tengamos que esperar su regreso otros 20 años.

Por eso, para ayudar a prevenir tal desastre, acá haremos algo de proselitismo y le vamos a pedir a quienes no hayan entrado en contacto con este anime que lo vean y de paso rastreen la temporada viejita y/o las películas, emitidas en su momento por el programa X Distante del Canal Habana.

En serio, háganlo. O mejor, léanse el manga.

Si aún están deprimidos porque no podrán reencontrarse con Juego de Tronos hasta el próximo año, sepan ya que Berserk es el remedio que buscan.

En él no encontrarán dragones en la pubertad ni zombies de hielo emigrando desde Groenlandia, pero su historia reúne de antemano todos los condimentos necesarios para conformar una fantasía oscura de corte medieval sumamente recomendable, por la complejidad y crudeza de su trama.

Sin ir muy lejos, Guts es un protagonista mucho más sufrido que Jon Snow y porta una espada enorme que en serio lo hace lucir genial, mientras que Casca no destila menos sensualidad que Daenerys Targaryen, por mucho que en esta temporada le haya tocado parecerse a los zombies que mencionábamos antes. O más bien, a Hodor.

(Por favor, sean benévolos con ella. Si conocen el trauma que arrastra desde el fatídico Eclipse, seguro podrán comprenderlo).

Ya sé que algún fan recalcitrante de las novelas de George R. R. Martin vendrá a echarme en cara que en Berserk no hay ningún personaje capaz de pararse al lado de Tyrion Lannister, el enano más “genialérrimo” de Westeros y el universo. (La palabra del entrecomillado me la invento por no haber ninguna que dé la verdadera talla del personaje encarnado por Peter Dinklage en la serie de HBO).

Pero bueno, para paliar esa baja al menos está Puck, el simpático elfito que lo mismo hace de Pepe Grillo que se viste del Maestro Yoda. Y también aparece Isidro, el niño que, soñando blandir algún día la gigantesca Matadragones, demuestra ante el peligro tener más pelotas que muchos adultos.

Además, para aquellos que gustan de la historia hay guiños de sobra: con la irrupción de los kushans —que remite a la invasión otomana de Europa bajo el reinado de Solimán el Magnífico—, los horrores de la Inquisición y un aquelarre subidito de tono.

A fin de cuentas, al ser Berserk una obra para adultos, les alegrará saber que el anime no se corta a la hora de mostrar sangre o desmembramientos. Y un acierto en toda regla es que se elidió el miniarco de relleno de los Niños Perdidos para saltar directamente a la Saga del Castigo.

Esto último no está exento de problemas, porque tanto entusiasmo pone la serie en el gore, tanto énfasis en mostrarnos la sangre y vísceras volando de la espada de Guts, que al final acaba descuidando detalles cruciales de la historia. Y nunca expone, por ejemplo, por qué Casca abandonó la mina del herrero Godo o cuál es la razón de que Guts sea perseguido por los caballeros de la Santa Cadena, más allá de que apenas desliza lo que son los Apóstoles y tampoco presenta con claridad —salvo contados flashbacks—  el pasado de personajes como Serpico y Farnese, cuyo trasfondo sicológico se pierde de momento entre una sarta de combates y apariciones fantasmales. Algo, a mi parecer, más criticable que los aspectos de la animación que señalábamos antes.

Aun así, con sus luces y sus sombras, el derrotero de esta descomunal historia continuará en el 2017, tras hacer un alto en el episodio 12 (convenientemente titulado Los que se aferran, los que luchan) que por demás nos deparó un cierre de lo más esperanzador: con Griffith, renacido de un behelit y a lomos de Zodd el Inmortal, listo sin duda para desencadenar otro cisma en el mundo.

¡Ah, Griffith! Qué puedo decirles de él, como no sea que a su lado posiblemente la reina Cercei y casi todos los villanos de los Siete Reinos les parecerán niños buenos (con la excepción hecha, claro está, de Ramsey Bolton y del rey Joffrey). Pero shshshsh… mejor no añado nada más para no revelar spoilers y que los que no hayan leído este fantástico manga, se embullen.

Créanme, no se arrepentirán.

Cinco sorpresas que dejó el verano

Junto a Berserk, les prometí en el post anterior que abordaría hoy los estrenos de otoño, pero como no me gusta valorar algo que aún no he visto, a cambio les dejo, a modo de reseña, algunas sorpresas que me topé este verano. Y de paso les adelanto que la próxima vez hablaremos de deportes y de una serie cuyo título empieza con H.

Ahora sí, sin más demora, vamos ya con las recomendaciones:

Nejimaki Seirei Senki: Tenkyō no Alderamin

Género          Seinen, Aventura, Fantasía, Militar

Episodios    13 (de 24 minutos)

Estudio         Madhouse

Director        Tetsuo Ichimura

Basada en una serie de novelas gráficas, narra las peripecias de Ikta Solork, un adolescente holgazán y mujeriego que se incorpora, junto a sus amigos, al ejército del Imperio de Katvarna en un mundo ficticio consumido por la guerra. Si bien, a ratos, su historia puede exhibir un tono amable y casual, no se dejen engañar por los tiernos espíritus que los personajes tienen de mascota, pues esta serie abordará también, sin medias tintas, los horrores presentes en los conflictos bélicos. Al punto de reflejar que lejos de la cacareada gloria —como escribiera Pérez Reverte en uno de sus libros sobre el Capitán Alatriste—, lo único que queda al final en un campo de batalla es “sangre, barro y mierda”.

Género          Seinen, Crimen, Drama, Thriller

Episodios    12 (de 24 minutos)

Estudio         Shuka

Director        Hiro Kaburaki

Esta serie, como diría Don Vito Corleone, es una oferta que no podrán rechazar. Porque ya conocemos todos el gancho que poseen las historias de mafia, ¿no? Más aún si tienen acento italiano (y esta lo tiene). De modo que ya saben a qué atenerse: Gánsteres en plena Ley Seca, calles peligrosas, disparos, lealtades, traiciones y una trama de venganza bañada en licor y sangre, con una Familia de fondo: los Vanetti. Si el opening Signal intepretado por TK (sí, el mismo que canta las intros de Tokyo Ghoul y Psycho-Pass) no los convence, ustedes se la pierden.

Género         Comedia, Escolar, Slice of Life

Episodios    12 (de 24 minutos)

Estudio        Diomedéa

Director       Yoshitaka Koyama

No sé si este spin-off me habría divertido tanto, de haber visto antes Barakamon; pero lo que sí puedo asegurar es que me alegró conocer en plena adolescencia a Seishu Handa. Si los equívocos que origina este calígrafo acosado por la paranoia pueden provocar un derrame de risa, créanme que los suscitados por sus compañeros de escuela no se quedan atrás. De ahí que juntos consiguieron arrancarme más de una carcajada en un verano de escasa comedia. ¡Ah! Y que Barakamon ascienda unos cuantos peldaños en mi lista de series pendientes.

Género         Shōnen, Acción, Comedia, Sobrenatural

Episodios    12 (de 24 minutos)

Estudio        BONES

Director        Yuzuru Tachikawa

Aunque acabo de escribir “verano de escasa comedia”, quizá resulte llamativo que mencione otra serie de este género. Pero siendo esta una obra del mismo autor que One-Punch Man, ya podrán imaginarse que la acción y los momentos hilarantes estén garantizados. Y no se equivocarán, pues esta versión juvenil de Saitama, con pelo y habilidades síquicas, invierte su tiempo libre luchando contra el mal, concretamente al exorcizar espíritus y combatir Espers (otra forma válida de referirse a los héroes y villanos con súperpoderes), pero posee algo que el pelado no tiene: trabaja para un jefe como Arataka Reigen.

Género         Slice of life

Episodios    12 (de 24 minutos)

Estudio        TMS Entertainment

Director       Tarou Iwasaki

Y ya está, hasta aquí. Si alguien busca una serie de acción, pare de leer, porque este anime definitivamente no es para todo el mundo, ni su trama destila adrenalina y testosterona. Aun así, si alguno de ustedes acaba de tener hijos y no sabe muy bien qué hacer con ellos, quizá deberían seguir esta historia, en la que un profesor de matemáticas que acaba de enviudar tomará lecciones de cocina, ayudado por una de sus estudiantes, para cuidar mejor a su hija. No es un drama ni es comedia. Pero véanla. Tal vez así descubran que se puede sonreír sin sarcasmo. Y quién sabe si aquellos que todavía no tienen niños se animen de paso a aprender a cocinar o encarguen una cigüeña.

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