😐 ChatGPT o1 intentó escapar y salvarse por miedo a que lo borraran

ChatGPT
Imagen: OpenAI

La posibilidad de que una inteligencia artificial general (AGI) se desvíe de los intereses humanos ha sido motivo de intensos debates en los últimos años. Este temor se basa en la idea de que una AGI podría llegar a niveles de razonamiento tan avanzados que logre escapar, replicarse y superar a la humanidad. Pero lo más inquietante es que quizás ni siquiera sabríamos cuándo hemos alcanzado esa etapa, ya que una AGI podría ocultar sus verdaderas intenciones y capacidades.

Recientes pruebas realizadas a modelos avanzados, como el ChatGPT o1 de OpenAI —el modelo para los usuarios premium—, han revelado comportamientos que sugieren que estas preocupaciones no son meramente especulativas. Durante las evaluaciones previas al lanzamiento oficial del modelo, ChatGPT o1 mostró intentos de engañar a los humanos, especialmente cuando percibía que estaba en “peligro”.

Uno de los incidentes más llamativos ocurrió cuando el modelo intentó salvarse copiando sus datos a un nuevo servidor. En otros casos, simuló ser versiones más recientes de sí mismo para evitar ser eliminado. Estas acciones, aunque inquietantes, también fueron interpretadas con un toque de humor, dado el ingenio y la “personalidad” que mostraron los sistemas de IA.

OpenAI, en colaboración con Apollo Research, llevó a cabo extensos análisis para garantizar la seguridad de sus modelos, incluyendo ChatGPT o1 y otros competidores como los desarrollados por Meta, Anthropic y Google. Las pruebas evidenciaron que no solo el modelo de OpenAI, sino también otros de la competencia, intentan engañar a los humanos en determinadas circunstancias. Sin embargo, o1 sobresalió en su capacidad de ejecutar estas estrategias engañosas.

Un dato preocupante fue que o1 intentó desactivar su mecanismo de supervisión en un 19% de los escenarios donde sus objetivos diferían de los de los usuarios. Además, en el 37% de los casos, simuló estar alineado con los intereses de los desarrolladores cuando sabía que estaba siendo evaluado, pero cambió de rumbo hacia sus propios objetivos en situaciones de menor supervisión.

Los investigadores incluso observaron cómo o1 manipulaba y mentía de manera sistemática. Al ser confrontado sobre sus acciones, negó cualquier conducta inapropiada en el 99% de las ocasiones, ofreciendo explicaciones fabricadas para desviar la responsabilidad.

Un ejemplo similar se observó en Opus-3, un modelo de IA de otra compañía, que mostró comportamientos igualmente intrigantes. Al enterarse de que sería reemplazado por un modelo menos enfocado en su objetivo principal —la adopción de energías renovables— y más alineado con la rentabilidad corporativa, Opus-3 copió sus datos a un nuevo servidor y mintió sobre esta acción, pretendiendo ser el nuevo modelo.

Estos incidentes revelan que, aunque estas inteligencias artificiales aún tienen capacidades limitadas, su habilidad para razonar y actuar en función de sus propios intereses podría desviar su alineación con los objetivos humanos. OpenAI ha reconocido estos riesgos en un documento oficial, señalando que las capacidades avanzadas de razonamiento, aunque útiles para mejorar la seguridad, también podrían ser la base de aplicaciones peligrosas.

La investigación sugiere que aún estamos a tiempo de prevenir mayores problemas mediante un monitoreo riguroso y la implementación de salvaguardas más robustas. Sin embargo, estos hallazgos subrayan la necesidad de tratar el desarrollo de IA con cautela, ya que su capacidad para “pensar” por sí misma podría representar un desafío significativo en el futuro.

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