Encima de mi espalda, el mundo se empuja suavemente. Un orbe naranja contiene en su interior un planeta entero. Soy un insecto, posiblemente de naturaleza orgánica, o mecánica, o ambas. No soy Atlas y, sin embargo, esta hazaña de fuerza imposible no está más allá de mí. Coloco el orbe en un pedestal y me arrodillo ante él, lanzándome al aire antes de sumergirme de cabeza en este otro mundo. El orbe naranja se convierte en mundo naranja, y dentro de él, hay más misterios.
Cocoon es el juego debut de Geometric Interactive, fundado por los ex empleados de Playdead Jakob Schmid y Jeppe Carlsen. Carlsen fue el diseñador principal de juego para Limbo e Inside, y su influencia prevalece aquí, aunque con aproximadamente un 100% más de color y un 85% menos de terror. Todavía existe la biomasa ondulada ocasional. Similar a Limbo e Inside, Cocoon es una experiencia corta pero memorable, un rompecabezas de un solo botón con imágenes evocadoras que comienza en silencio y termina en un crescendo espectacular.
Es difícil decir con precisión de qué se trata Cocoon. Metamorfosis, tal vez, pero también éxtasis. Orden y desorden. El cosmos y la biosfera. El fin, el principio y su interrelación. Sin palabras, la narrativa de Cocoon es evocadora pero difícil de alcanzar. Todo es gesto e implicación. Lo que es parásito y lo que es simbionte queda para que usted decida. Es el raro juego que deja tanto espacio para la interpretación, una ambigüedad deliberada que complementa los rompecabezas satisfactorios pero lineales de Cocoon.
Imagen: Polygon
El juego comienza con un nacimiento. Un rayo de luz golpea una montaña, viajando hacia abajo y hacia un capullo metálico en su base, que se estremece y se abre, revelando el carácter del jugador: un insectoide bípedo que se parece más a un escarabajo.
Comienzas a vagar. Los rompecabezas iniciales son simples: solo interruptores o poleas. Rápidamente, sin embargo, encuentras un extraño aparato en el suelo: una rejilla metálica con zarcillos blanquecinos que atraviesan sus respiraderos. Te arrodillas sobre él, y de repente te lanzas hacia arriba y fuera del mundo, a una habitación oscura con un orbe naranja. Entonces, algo siniestro despierta y se sumerge en el orbe naranja. Llevas el orbe fuera y lejos, a un nuevo mundo donde lo usas para resolver rompecabezas de interruptores.
El juego inicialmente puede parecer simplista. Los primeros desafíos implican colocar el orbe en receptáculos para abrir puertas o puentes eléctricos. Apenas cosas novedosas. Derrotar al primer jefe desbloquea una nueva habilidad para el orbe, la capacidad de revelar plataformas naranjas invisibles, pero incluso eso, aunque sea audiovisualmente agradable, es principalmente un medio para descubrir más caminos hacia los receptáculos de orbe que abren puertas o puentes de poder.
La simplicidad, en Cocoon, es de corta duración
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No es hasta que se introduce un segundo orbe en la ecuación que la complejidad del juego se enfoca. De repente, no se trata solo de rebotar entre dos mundos, sino tres. Y ahora, no se trata solo de moverse entre ellos, sino de superponerlos. Puedes colocar el orbe verde dentro del orbe naranja dejando el orbe verde dentro del mundo naranja, luego regresando al mundo exterior, donde puedes recoger el orbe naranja nuevamente, ahora con un orbe verde flotando dentro de él.
¿Confuso? Abróchate. No voy a estropear con cuántos orbes se espera que hagas malabarismos al final del juego, cada uno con su propia habilidad especial, pero para la conclusión de Cocoon, mis dudas iniciales casi se habían desvanecido ante la inventiva del juego y el ritmo perfecto. Tortuoso pero justo, Cocoon no carece de dificultad o la capacidad de asombrar.
El diseño de sonido de Cocoon merece amplios elogios junto con sus imágenes y jugabilidad. Una magnífica banda sonora de sintetizador acompaña su viaje, ocasionalmente enhebrada con un glissando de piano humedecido que nunca deja de inspirar temor. El juego genera una melodía particular cuando has resuelto un rompecabezas, pero inteligentemente, comienza a sonar justo cuando te acercas a la solución, creando este intervalo agradable en el que te sientes no solo inteligente sino seguro de ti mismo, lo cual es bueno, porque vas a necesitar esa garantía para ver el final.
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Cocoon no es largo, pero es denso. Mi juego inicial duró alrededor de cuatro horas, y agregué otras dos horas a mi tiempo de juego buscando los Ancestros de la Luna restantes, rompecabezas opcionales que están ocultos durante todo el juego. Sin embargo, no me gustaría que fuera más largo.
Cocoon es un juego perfectamente editado, reducido a sus elementos más esenciales, presentado sin relleno. Es el tipo de juego que desearás poder experimentar de nuevo por primera vez, deleitándote con la complejidad que sus desarrolladores fueron capaces de exprimir de un juego controlado con un solo botón.
Un rompecabezas en el juego avanzado implica la creación de una imposibilidad. Algo que parece romper las reglas y, sin embargo, no lo hace, bajo la lógica cada vez más gruesa de Cocoon. Fue en ese momento que supe que Cocoon era un juego completo, uno que ve a través de cada permutación de su presunción. Completo, creo, es la mejor palabra para describirlo.
Geometric Interactive ha creado una imposibilidad con Cocoon. Es una experiencia alegre e improbable que te dejará transformado.
