🤔 ¿Cuál es la mejor secuencia del cine… según Spielberg?

Steven Spielberg

Steven Spielberg, uno de los directores más influyentes del cine contemporáneo, ha dejado una huella indeleble en la industria cinematográfica a través de películas icónicas como Tiburón, E.T., el extraterrestre y Jurassic Park. Su obra no solo ha redefinido el entretenimiento a nivel global, sino que ha moldeado la cultura popular durante generaciones. Cada título en su filmografía representa un legado que sigue fascinando tanto a quienes crecieron con sus historias como a nuevas audiencias que descubren su trabajo.

Pero Spielberg no es solo un director prolífico; también es un apasionado cinéfilo, constantemente reflexionando sobre las películas que lo marcaron y los directores que influyeron en su estilo. La película Los Fabelman, una obra semi-autobiográfica, ofrece una mirada íntima a los primeros años de Spielberg, revelando cómo el cine desempeñó un papel crucial en su infancia y adolescencia. La cinta muestra no solo la pasión creciente del joven Spielberg por la cámara, sino también el contexto familiar que moldeó su sensibilidad artística.

Entre las películas que más lo han influido se encuentran clásicos como El Padrino, Psicosis y 2001: Una odisea del espacio. Sin embargo, al ser consultado sobre su toma favorita en la historia del cine, Spielberg no eligió ninguna de estas. En su lugar, nombró a Lawrence de Arabia (1962), la épica dirigida por David Lean, como la obra que determinó su deseo de convertirse en director. Aunque no recuerda con exactitud la primera vez que la vio, la experiencia lo impactó de tal manera que cambió el rumbo de su vida para siempre.

«Ciertamente fue la película que me inició en mi viaje», confiesa Spielberg. «Veo este filme como un milagro. Ninguno de los planos se hizo con CGI y quise saber cómo se rodaban técnicamente todas las escenas». Esta fascinación no fue gratuita: Lawrence de Arabia es un despliegue de paisajes majestuosos y narrativa visual que Spielberg no ha dejado de admirar desde entonces.

Entre las muchas secuencias de la película, hay una en particular que lo dejó sin aliento. Spielberg describe ese momento como «una secuencia larga que muestra un paisaje árido, muy parecido al desierto que rodeaba mi Phoenix natal. Esa travesía por el desierto me hechizó. Lawrence lo arriesga todo mientras parece que el sol va a terminar absorbiéndolo, haciéndose cada vez más grande en el plano».

La escena no solo lo cautivó por su belleza, sino también por el contraste emocional que sigue: «Luego hay un corte discordante en el que los camellos y los jinetes beben de un gran oasis, y la tensión se rompe drásticamente». Spielberg rememora con sorpresa la reacción del público tras este momento: «Cuando la secuencia terminó, docenas de personas del público se pusieron de pie de repente y abandonaron la sala. No entendí qué estaba pasando. Todos habíamos visto uno de los mejores momentos de la historia del cine y la gente se estaba yendo… incluido mi padre». Esta anécdota refleja cómo las emociones y reacciones que el cine puede despertar son tan variadas e impredecibles como las historias mismas.

Años más tarde, en una conversación con el presentador Stephen Colbert, Spielberg reflexionó sobre la profundidad de Lawrence de Arabia y la complejidad del personaje principal: «Es un retrato profundamente detallado de un ser humano solitario que no sabe nada de sí mismo, que tiene muy poca identidad. Su identidad viene de lo que la gente dice de él, de lo que la gente escribe sobre él y de la gente que le hace fotos, pero no está familiarizado con lo que hay dentro de él. Y, sin embargo, esta historia tan personal, que podría haberse contado en primeros planos, tiene como telón de fondo un mural con algunas de las escenas más espectaculares que he visto en mi vida».

El impacto de la obra de David Lean no se limita a su influencia sobre Spielberg. Lawrence de Arabia es reconocida como una de las cumbres del cine mundial. Ganó siete Premios Oscar, entre ellos a mejor película, mejor dirección, mejor fotografía y mejor banda sonora. Peter O’Toole, quien dio vida al protagonista, recibió una nominación al Oscar al mejor actor principal, aunque el premio finalmente fue para Gregory Peck por su actuación en Matar a un ruiseñor.

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