Un equipo de científicos de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, ha desarrollado un nuevo tipo de diente artificial que no solo crece directamente en la encía, sino que también se conecta con los nervios, permitiendo a los usuarios sentir texturas y temperaturas como si fueran piezas naturales.
Este avance podría transformar por completo el campo de las prótesis dentales, ofreciendo una solución más integrada y funcional que los implantes tradicionales.
Hasta ahora, los dientes artificiales se han limitado a imitar la función mecánica de masticar y triturar alimentos. Sin embargo, los dientes naturales cumplen un rol mucho más complejo, transmitiendo información sensorial al cerebro y facilitando el habla. Los implantes convencionales, fijados con tornillos al hueso de la mandíbula, no logran restaurar esta conexión nerviosa, lo que limita su eficacia.
La innovación de los investigadores de Tufts resuelve este problema mediante una estructura compuesta por una capa biodegradable con células madre y una proteína que estimula el crecimiento de tejido nervioso. A medida que el diente se desarrolla, se integra progresivamente en la encía y establece conexiones con los nervios circundantes. Una red de nanofibras de caucho asegura su estabilidad una vez que la cubierta externa se disuelve.
Las pruebas en ratones han demostrado que estos dientes artificiales crecen correctamente en la encía. El siguiente paso será analizar si los animales pueden percibir sensaciones a través de ellos, lo que confirmaría su funcionalidad plena. De ser así, se abriría la puerta a ensayos clínicos en humanos, aunque aún queda un largo camino antes de que esta tecnología llegue a las consultas dentales.
Este desarrollo no solo reduciría la necesidad de cirugías invasivas, sino que mejoraría significativamente la calidad de vida de las personas que han perdido piezas dentales, devolviéndoles una experiencia cercana a la dentadura natural.
