Es común que, tras una semana agotadora, decidamos dormir durante largas horas el fin de semana, con la esperanza de recuperar energías. Sin embargo, el resultado suele ser inesperado: nos despertamos aturdidos, con dolor de cabeza y la sensación de no haber descansado en absoluto. ¿Por qué sucede esto?
El problema radica en los ciclos circadianos, los relojes internos que regulan nuestros patrones de sueño y vigilia en intervalos de 24 horas. Dormir demasiado interrumpe estos ciclos, provocando una especie de “resaca del sueño”, similar al malestar que sentimos cuando dormimos poco. El cerebro, acostumbrado a un horario regular de sueño, entra en conflicto cuando se rompe esta rutina, generando cansancio en lugar de descanso.
Además de esta interrupción de los ritmos circadianos, el sueño excesivo puede llevarnos a despertar en medio de fases profundas del sueño, lo que también contribuye al malestar. Cada noche pasamos por diferentes etapas del sueño, conocidas como REM y no REM. Un ciclo completo dura aproximadamente 90 minutos y normalmente atravesamos cinco ciclos por noche. Sin embargo, al dormir más tiempo del necesario, aumentamos las posibilidades de interrumpir uno de estos ciclos en momentos críticos, empeorando nuestra sensación de fatiga.
A largo plazo, diversos estudios han vinculado el exceso de sueño con problemas de salud como enfermedades cardiovasculares y diabetes. Aunque aún no está claro si dormir más causa estos problemas o si, por el contrario, las personas enfermas tienden a dormir más, la recomendación es clara: mantener un horario constante de sueño de entre 7 y 9 horas por noche.
Dormir mucho no es sinónimo de descansar mejor. Respetar tus ciclos naturales de sueño podría ser la clave para sentirte verdaderamente renovado cada mañana.
Generado por IA