Google ha decidido no incorporar verificadores de datos en sus resultados de búsqueda y en los videos de YouTube, desafiando así las nuevas normativas de la Unión Europea. Esta decisión sigue los pasos de Meta, que recientemente optó por abandonar el sistema de verificación de hechos en favor de las notas de la comunidad, una medida que ya había causado revuelo en el continente europeo. Sin embargo, es válido aclarar que Google jamás ha usado verificadores de datos.
La postura de Google ha sido comunicada de manera privada a los legisladores de la UE, según informa Axios. La compañía ha dejado claro que no tiene intención de modificar sus prácticas actuales de revisión de contenidos, a pesar de las exigencias del nuevo código de buenas prácticas que la Unión Europea planea convertir en ley. Este código obligaría a las empresas tecnológicas a utilizar verificadores de datos para controlar la desinformación en sus plataformas.
Kent Walker, presidente de asuntos globales de Google, ha sido el encargado de transmitir esta decisión a Renate Nikolay, representante de la Comisión Europea. En una carta enviada a la Comisión, Walker argumenta que la integración de verificadores de datos no es “apropiada o eficaz” para los servicios que ofrece Google. Esta declaración subraya la resistencia de la compañía a adherirse a las nuevas regulaciones propuestas por la UE.
La normativa en cuestión busca que Google incorpore datos de verificadores junto con los resultados de búsqueda y los videos de YouTube, además de integrarlos en sus algoritmos de clasificación. Sin embargo, Google defiende la funcionalidad introducida el año pasado en YouTube, que permite a algunos usuarios agregar notas contextuales a los videos, como una alternativa con “potencial significativo”. Este enfoque es similar al adoptado por Meta y ya es utilizado ampliamente por X (anteriormente Twitter).
La negativa de Google a seguir las directrices de la UE plantea un desafío significativo para la Comisión Europea, que ahora enfrenta la presión de ajustar sus regulaciones. Con Meta y X también tomando caminos divergentes, la pregunta que queda en el aire es si la Comisión reforzará sus regulaciones o si cederá ante la presión de las grandes tecnológicas. La situación sigue siendo incierta, y el desenlace de este enfrentamiento podría tener implicaciones profundas para el futuro de la regulación digital en Europa.
