En 2019, la película Joker irrumpió en las pantallas como un fenómeno cultural que fascinó tanto a la crítica como al público. La perturbadora interpretación de Joaquin Phoenix como Arthur Fleck, un hombre atormentado por su propio aislamiento y enfermedad mental, cautivó a millones, convirtiéndolo en un retrato sombrío pero profundamente humano.
La propuesta fue tan impactante que, al anunciarse la secuela, la anticipación creció exponencialmente. Sin embargo, cuando comenzaron a circular rumores sobre que la segunda parte sería un musical, la reacción inicial fue de desconcierto.
La revelación de que Lady Gaga, una artista reconocida tanto por su música como por su incipiente carrera en la actuación, asumiría el papel de Harley Quinn solo añadió más intriga. Lady Gaga ya había demostrado su talento actoral en películas como A Star is Born, por lo que su participación en Joker: Folie à Deux fue bien recibida. No obstante, la incertidumbre respecto a la etiqueta de “musical” en este universo oscuro y realista mantuvo a muchos en vilo.
Es en este punto donde las declaraciones del director Todd Phillips comienzan a arrojar luz sobre lo que realmente se puede esperar de esta secuela. En una entrevista extensa con la revista Variety, Phillips ha compartido detalles cruciales sobre la naturaleza del filme. Si bien en muchos medios se ha manejado la idea de que la película sería un musical, Phillips se ha encargado de matizar esta interpretación. Aunque Joker: Folie à Deux incluirá números musicales, asegura que la obra dista mucho de las convenciones típicas de este género.
Phillips describe la atmósfera de la cinta como “musicales de MGM, pero puestos de ácido”, una descripción que sugiere que la música no será un recurso tradicional, sino una extensión del universo psicótico de los personajes. Y es que, más que escenas coreografiadas en la realidad de los personajes, los números musicales tendrán lugar en las mentes distorsionadas de Arthur Fleck y Harleen Quinzel, quienes, dentro de su locura compartida, expresarán sus emociones a través de canciones.
Este enfoque, lejos de ser una fantasía alegre y colorida, añade una capa de profundidad psicológica a los personajes. Según Phillips, gran parte de las canciones son, en realidad, diálogos internos. Arthur Fleck, en particular, utiliza la música como un medio para comunicar lo que no puede expresar con palabras. Las canciones clásicas como “Get Happy” o “That’s Life” no funcionan como simples adornos, sino como expresiones de los mundos interiores de estos personajes.
Sin embargo, el director también es claro al señalar que los espectadores no deben esperar algo comparable a musicales como En un barrio de Nueva York, donde personajes comunes irrumpen en canciones y danzas. No habrá policías bailando en las calles ni coreografías espontáneas en una bodega. Los números musicales de Joker: Folie à Deux están enraizados en las alucinaciones y percepciones distorsionadas de Arthur y Harley, alejándose de cualquier noción de realismo convencional.
Con estas declaraciones, Phillips parece querer preparar al público para una experiencia cinematográfica que, aunque diferente, mantiene la esencia perturbadora y oscura del original Joker. Si bien el uso de la música puede sorprender a muchos, no será una ruptura con el tono serio y trágico que caracterizó a la primera película. Más bien, será una herramienta más para explorar el caos mental de sus protagonistas.