🤖 Los robots que se regeneran solos ya son una realidad

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Una escena icónica de la ciencia ficción muestra máquinas que se reconstruyen a sí mismas después de una batalla, utilizando piezas de su entorno. Lo que alguna vez pareció fantasía ahora da sus primeros pasos en la realidad. Ingenieros de la Universidad de Columbia han desarrollado un sistema que permite a los robots modificar su forma, absorber componentes de otras máquinas y repararse tras sufrir daños.

El estudio, publicado en Science Advances, presenta una plataforma robótica basada en módulos intercambiables. Estos permiten a las máquinas crecer, adaptarse y recuperarse sin necesidad de sensores ultratecnológicos o materiales exóticos. Los investigadores lo llaman «metabolismo robótico», un concepto clave para alcanzar una verdadera autonomía física.

A diferencia de los robots tradicionales, con estructuras rígidas e inmutables, este sistema opera como un organismo vivo. Las máquinas pueden tomar materiales del entorno o de otros robots para autorrepararse o evolucionar. La única condición es disponer de energía y piezas compatibles. No requieren intervención humana ni componentes externos.

La inspiración proviene directamente de la biología. Las células incorporan nutrientes, eliminan desechos y se regeneran. El metabolismo robótico imita este proceso mediante módulos llamados Truss Links, que se acoplan magnéticamente sin necesidad de alineaciones precisas. Estas piezas permiten a las estructuras cambiar de forma, adaptarse a diferentes entornos y recuperarse tras una falla.

Los Truss Links son barras alargadas con imanes esféricos en sus extremos. Pueden unirse en múltiples direcciones, expandirse, contraerse y reconectarse de forma autónoma. En pruebas experimentales, un robot pasó de una configuración plana a una estructura tridimensional en forma de tetraedro. Luego, incorporó un nuevo módulo que mejoró su movilidad en pendientes, aumentando su velocidad en un 66,5%.

Fuente: Science Advances

Además, demostraron capacidad de autorreparación. Tras una caída, los módulos se separaron, pero luego se reconectaron y restauraron la forma original del robot. Todo el proceso ocurrió sin intervención externa, utilizando solo sus propios motores y conexiones magnéticas.

En otro experimento, un robot en forma de tetraedro ayudó a otro a transformarse desde una configuración 2D a una 3D. Esto sugiere futuros ecosistemas robóticos donde las máquinas colaboran para crecer o repararse según las necesidades del entorno.

El sistema aún enfrenta desafíos. Los Truss Links actuales son costosos, con un precio superior a 200 dólares por unidad, lo que dificulta su escalabilidad. También dependen parcialmente de control humano para ciertas tareas. Los investigadores trabajan en miniaturizar los módulos y mejorar su capacidad de procesamiento para lograr robots más complejos y autónomos.

Este avance marca un giro en la inteligencia artificial. Hasta ahora, el enfoque estaba en el «cerebro» de las máquinas: reconocimiento de voz, visión artificial y aprendizaje automático. Pero este estudio introduce una nueva dimensión: la capacidad de transformar físicamente su cuerpo. Según los autores, esto podría ser vital en exploración espacial, rescates en zonas de desastre o construcción en terrenos hostiles.

Aunque la idea de robots autorreplicantes evoca escenarios de ciencia ficción, la investigación ofrece una base técnica real. No se trata de androides con piel líquida, sino de ingeniería modular inspirada en principios biológicos. Como señala Hod Lipson, uno de los autores, la pregunta clave es: en un mundo cada vez más automatizado, ¿quién reparará a los robots cuando fallen? La respuesta parece ser: otros robots.

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