☠️ Nueva York declara las redes sociales como una “toxina medioambiental”

Redes sociales como toxina medioambiental

Nueva York se ha convertido en la primera ciudad en el mundo en clasificar las redes sociales como una “toxina medioambiental”. Esta medida surge como respuesta a los riesgos que estas plataformas representan para la salud mental de los jóvenes, quienes, según el último estudio de Pew Research, las utilizan casi constantemente.

Como resultado de esta clasificación, la ciudad ha emitido un comunicado y una serie de recomendaciones dirigidas a todos aquellos que interactúan con niños y adolescentes. En este, se advierte sobre los peligros que las redes sociales representan para los menores de 14 años, se las identifica como una amenaza para la salud pública y se insta a los reguladores estatales y federales a proteger a los jóvenes de las prácticas predatorias de las empresas de redes sociales.

No son las redes sociales per se

La situación es una consecuencia lógica de una evolución de las redes sociales que, en realidad, nunca debió ocurrir. El problema no son las redes sociales en sí, que supuestamente están destinadas a que las personas compartan sus contactos personales para obtener información puntual sobre sus actividades, sino el esquema perverso que intenta maximizar el tiempo de uso de la herramienta para poder mostrar más publicidad asociada con los intereses de sus usuarios.

La obsesión de Facebook, liderada por Mark Zuckerberg, por incrementar el tiempo de uso a toda costa, cambió completamente el contrato social referente a la publicidad. Pasó de ser una forma de financiar una actividad mostrando mensajes genéricos en función de las características del canal y de las pautas de consumo, a convertirse en un negocio multimillonario de espionaje constante y de intento de adaptar los mensajes a lo que tenía más probabilidad de generar un clic, señala el profesor español Enrique Dans en su blog.

Este cambio dotó a las redes sociales de una característica prácticamente adictiva, con mecanismos de búsqueda de la popularidad a toda costa, viralidad y una búsqueda constante y agotadora de influencia. Publicar lo que hacías para que tus amigos lo supieran ya no tenía sentido: lo único que funcionaba era el sensacionalismo, el escándalo o el clic fácil.

Con Mark Zuckerberg, las redes sociales perdieron el rumbo y se convirtieron en algo pernicioso, negativo, adictivo y causante de problemas mentales, en un auténtico complejo industrial dedicado al espionaje masivo. Este indeseable rompió el contrato social y abusó de la fórmula para convertirse en multimillonario a costa de cualquier cosa, poniendo en peligro desde la salud mental de las personas hasta la propia democracia.

El diseño actual de muchas redes sociales es, en efecto, nocivo, y la única manera de evitarlo, además de terminar con su modelo de negocio basado en el espionaje sistemático, es educando a los usuarios en las técnicas que utilizan, enseñándoles a reconocer la forma en que la red social obtiene sus datos y les seduce para que pasen en ella más tiempo.

Esta evolución profundamente negativa de algo que nunca debió tener esas connotaciones, que estaba planteado simplemente como una forma de reducir las distancias y mejorar el contacto entre las personas, se convirtió en lo que hoy conocemos, en lo que la ciudad de Nueva York acaba de declarar como toxina, y que precisa, como todos los elementos potencialmente nocivos, de un adiestramiento especial para su uso.

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